Mikey, un gatito tierno y hablador, fue rescatado y llevado a la Sociedad protectora de animales de Toronto cuando solamente tenía cuatro meses. Por desgracia, tenía una pata rota que requería atención médica inmediata para sobrevivir.
El pequeño felino tenía una complicada fractura de la extremidad posterior derecha, y su familia trató de atenderlo. Sin embargo, al final se dieron cuenta de que no podían seguir cuidando de él y lo entregaron al refugio.
El gato fue sometido a una cirugía para tratar su pierna, y durante el proceso de recuperación, Mikey, tuvo que permanecer en una cama especial para que sus heridas sanaran adecuadamente.
Tania, una voluntaria de rescate y acogida, le dijo a Love Meow:
“Era un chico cariñoso con el temperamento más dulce. También era muy vocal de una manera dulce y divertida”.
Gatito tierno adora ‘hablar’ con la persona que cuida de él
Incluso después de pasar tiempo abrazado a su madre de acogida, Mikey seguía intentando llamar su atención maullando con fuerza y poniéndose de pie sobre sus patas traseras contra la jaula. El gatito tenía a su madre de acogida envuelta en su patita, quien lo colmaba de mimos y satisfacía todos sus caprichos.
Tania cuenta:
“Proporcioné un espacio cómodo, seguro y restringido para que su única pata trasera pudiera sanar hasta el punto de que le quitaran los clavos implantados».
La voluntaria trabajó en la pierna de Mikey con fisioterapia 3-4 veces al día, además de los medicamentos. Aunque era difícil, Mikey nunca se quejó ni hizo aspavientos. Parecía entender que la rescatista intentaba ayudarle, y se relajaba e incluso empezaba a ronronear con fuerza cuando ella le masajeaba suavemente la pata.
Tania dice:
“Desde el primer día, Mikey fue un gatito extremadamente cariñoso y gentil. Tiene un motor de ronroneo fuerte y constante, y le encanta que lo acaricien. Siempre tomaba su medicina como un ángel y era muy paciente mientras yo hacía sus ejercicios en su pata trasera”.
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Mikey estaba extasiado por haber encontrado a alguien que le proporcionara el afecto que tanto merecía mientras continuaba su recuperación. Rápidamente, se convirtió en un experto en acurrucarse bajo las mantas y ronronear en voz alta durante horas.
Su pata trasera recuperó gran parte de su flexibilidad, y cuando llegó el momento de volver al veterinario, Mikey se aseguró de regalar algunos de sus famosos y ruidosos ronroneos a todos los miembros del personal veterinario que habían ayudado a cuidarlo.
Tania descubrió que cada vez que colocaba a Mikey sobre una manta en su regazo, este la agarraba e intentaba succionarla. El cariñoso felino también ponía sus patas extendidas sobre cualquier cosa blanda y la amasaba con fuerza.
Tras solo un mes de cuidados, Mikey volvía a estar en pie, jugando y caminando. No dejaba de impresionar a sus cuidadores con sus increíbles dotes vocales y se ganaba a todo el mundo con su ternura.
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Tania finalmente dijo:
“Siempre supe que estaría bien debido a su personalidad increíblemente dulce, tan tranquilo y amante de las personas. Está listo para estar en su hogar definitivo y su familia continuará con su fisioterapia durante el tiempo que sea necesario”.
Tras una larga búsqueda, Mikey encontró por fin una familia cariñosa y se mudó a la casa de sus sueños. Se pasea felizmente, libre de explorar a su antojo cada rincón.