Una gatita que nació con sus patas traseras extendidas fue llevada al refugio Murphy’s Law Animal Rescue, ubicado en Carolina del Norte, con el fin de encontrar una mejor oportunidad de vida. Cuando los veterinarios del lugar la revisaron, observaron que sus patas estaban mirando hacia los lados y parecía tener la postura de una rana.
Lo médicos confirmaron que la pequeña felina nació con el síndrome del nadador, una anomalía de desarrollo que se presenta comúnmente en los animales.
Sarah Kelly, fundadora del rescate, dijo a Love Meow:
«Es una condición congénita que hace que las patas (del gatito) se abran lateralmente».
Gatita con patas extendidas vuelve a caminar
Dicha anomalía afecta directamente los ligamentos de las articulaciones de las patitas y, generalmente, el gato se queda con las articulaciones inestables y no pueden posicionarse. Por ello se les dificulta lograr una posición adecuada, tener equilibrio o adquirir una movilidad apropiada, dificultando su progreso y desarrollo en general.
La gatita, en lugar de tener sus patitas debajo del cuerpo, las tiene como una rana o un nadador de pecho profesional. Por suerte, dicho padecimiento se puede corregir si se interviene a tiempo, a través de terapias físicas o, dado el caso, una operación.
Sarah nombró cariñosamente Cecelia a la gatita, la cual desde el principio demostró que quería mucha atención con su gran voz chillona.
Ella dijo:
«Ella es un corazón de oro, un alma pequeña enérgica y un rostro absolutamente adorable».
El tratamiento empleado para la gatita consistía en hacerle terapias físicas varias veces al día y en entablillar sus patitas en la posición correcta. Con este tratamiento se buscaba fortalecer y poner los huesos en la posición correcta, empleando varios ejercicios físicos que podían ayudarla a mejorar.
A pesar de que todos los días debía someterse a una extensa jornada de terapias, Cecelia estaba muy emocionada de recibir mucha atención. La gatita hacía un gran esfuerzo para superar los ejercicios y reunía el valor suficiente para tratar de mover sus patitas en la posición correcta.
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En medio de sus tratamientos diarios, Cecelia consiguió la compañía de otros gatitos adoptivos que se quedaban observándola y parecía que la animaban. Pero un gatito de esmoquin llamado Ruby se la llevó muy bien con Cecelia y, desde que se conocieron, se volvieron grandes amigos.
En solo dos semanas, Sarah pudo notar una gran diferencia en las patitas traseras de Cecelia, ya que estaban un poco más rectas. Lo mejor era que la dulce gatita podía pararse y caminar sobre sus patas traseras, además, su equilibrio y coordinación también habían mejorado mucho.
Sarah comentó:
«Ha habido mucha fisioterapia y ejercicio para llegar a este punto. Esta niña es mucho más fuerte y se mueve mucho mejor».
A parte de querer luchar por tener una mejor vida, la gatita descubrió su afición por los abrazos y disfruta acurrucarse en el regazo de su madre adoptiva.
Sarah agregó:
«A esta niña le encantan las vueltas y la atención como ninguna otra. Estamos muy emocionados por ella y por todo su progreso».
Cecelia ha logrado progresar de forma increíble, pero todo se debe a sus ganas de luchar como una verdadera campeona, y ahora camina sobre sus cuatro patas con facilidad.