Nikki Robinson quien se encuentra estudiando para rehabilitar la vida silvestre, se encontraba empacando después de una caminata, y cuando ya estaba por regresar a casa, vio a un travieso gato cruzando la calle, el cual parecía ir directo hacia una zona residencial, así que decidió seguirlo de cerca para asegurarse de que llegara completamente a salvo debido a los automóviles que cruzaban por la vía en ese momento.
La mujer está segura que gracias a sus conocimientos, puede identificar con facilidad cuándo un animal necesita un poco de ayuda, y afortunadamente ella se encontraba en el lugar correcto para asegurase de que el felino estuviera completamente a salvo.
En el recorrido mientras acompañaba desde lejos al gato, algo atrajo su atención, escuchó un ruido débil proveniente de unas flores cercanas, y para su sorpresa se trataba de un mochuelo diminuto.
Nikki le dijo a The Dodo:
«Escuché lo que pensé que era una ardilla herida. [Yo] seguí el sonido y encontré una bola de pelusa entre las flores silvestres».
Mujer encuentra un mochuelo diminuto y es adorable
Al parecer el pequeño mochuelo del este, se había caído de su nido y Nikki sabía que era demasiado pequeño para volar por su cuenta.
La mujer recuerda:
«Todavía estaba cerca de la carretera. Busqué un nido o un agujero en un árbol, pero no pude ver nada. Estaba temblando mucho y estaba preocupado por una lesión en la cabeza».
De inmediato, decidió llamar a algunos rehabilitadores de vida silvestre que conocía y con quienes había trabajado anteriormente; todos estuvieron de acuerdo en que el mochuelo necesitaba ser examinado.
De inmediato Nikki ubicó una caja en su auto y encendió el calentador del asiento del copiloto y colocó la caja con el ave en su interior esperando que gracias al calor dejara de temblar.
El plan de Nikki de mantener el mínimo contacto con el bebé salvaje durante el viaje fue un completo fracaso; el mochuelo buscaba desesperadamente un poco de atención, y fue muy insistente con ello, por supuesto la mujer cedió a la dulce presión, y el resto del viaje el pequeño emplumado viajó muy cerca de su nueva amiga.
Nikki cuenta:
«Siguió tratando de salir de la caja cerrada. Cuando lo comprobaba, saltaba sobre mí y se sentaba felizmente en el cinturón de seguridad o en mi hombro. Estoy segura de que solo tenía frío, pero dejó de temblar cuando se acurrucó en mi mejilla».
Finalmente, la joven dejó al mochuelo bajo el cuidado de un centro de rehabilitación, y allí fue trasladado a una incubadora para calentar su cuerpo; pronto su salud mejoró y ahora está recibiendo la atención que necesita para regresar a la naturaleza a salvo.
Puedes disfrutar de hermosas fotografías de la vida silvestre en la cuenta de Instagram de Nikki.