La familia Ross, de Mt Maunganui, Nueva Zelanda, lidió recientemente con la visita inesperada de una foca en su casa, que se encuentra a 150 metros de la costa, la cual solo quería pasar el rato. Coco, la gatita de la familia, se vio obligada a dejar su hogar mientras el curioso intruso estaba en el interior.
Mientras Jenn Ross se encontraba en el gimnasio, y sus hijos Noah y Ari dormían arriba, la foca estuvo merodeando por los pasillos como si fuera la nueva mascota de la familia. Su esposo, Phil Ross, que resulta ser biólogo marino, dijo que, cuando Jenn se subió al auto muy temprano esa mañana, notó algo que ladró debajo y se alejó arrastrando las patas.
Él dijo, según The Guardian:
“Ella pensó que era el perro de alguien… y realmente no le dio mucha importancia».
Foca irrumpe en una casa y desplaza al gato de la familia
La foca, que Phil identificó como un lobo marino de 10 meses, al parecer pudo entrar de alguna manera en la casa y procedió a aterrorizar a Coco, pero el hombre sospecha que su gata podría haber sido la principal responsable.
Phil dice que Coco es muy territorial y le gusta molestar a los perros, y que seguramente luego de que Jenn saliera, Coco y el pequeño lobo marino se encontraron afuera, tuvieron su enfrentamiento, y luego la siguió a casa, donde estuvo deambulando por una hora.
Phil añadió:
«La gata habría ido a defender su territorio y, obviamente, la foca no estaba tan intimidada como algunos perros, por lo que Coco debe haber corrido por el costado de la casa, hacia la gatera, y la foca debe haberla seguido».
Cuando Jenn regresó a las 7 de la mañana, se topó con el lobo marino en su sala, y cuando el animal la vio, se asustó y corrió hacia el cuarto de invitados, allí pasó un tiempo, y luego en el sofá, antes de que Jenn lograra sacarla por la puerta principal hacia el jardín.
Un guardabosques del Departamento de Conservación apareció a las 10 de la mañana para llevar al lobo marino de regreso al mar.
Phil dijo a Fox:
“Coco se escondió en la casa del vecino y no volvió a casa hasta que la foca se había ido. Entonces para el día siguiente, ella no bajó las escaleras donde estaba la foca. No vimos la interacción foca/gato, pero claramente fue algo que Coco no disfrutó”.
Evidentemente, Coco estaba traumatizada por el encuentro que tuvo con el lobo marino, y le tomó algo de tiempo recuperarse de la amarga experiencia, pero seguro que de ahora en adelante lo pensará dos veces antes de volver a enfrentar a un animal de estos.
Phil, finalmente dijo:
“La gran broma es que esta es realmente la única emergencia familiar en la que sería útil tener un biólogo marino en la casa. Realmente extrañé mi tiempo para brillar”.